Crear valor es generar riqueza y la riqueza se crea cuando el valor de lo que se obtiene supera el coste de los recursos consumidos. Esto exige un esfuerzo permanente para superar las expectativas. La empresa crea el valor sobre todo en los mercados de productos y servicios y en las tres siguientes fases.
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El potencial de crear valor
Este potencial exige promover nuevas estrategias y disponer de capacidades técnicas y de gestión que fomenten la innovación y su aplicación. El valor que puede crearse por este potencial es ilimitado, pero muy difícil de conseguir y medir. Google, por ejemplo, se valoró a finales del siglo XX en menos de un millón de dólares. Sus fundadores, dos estudiantes de Stanford, la aceptaron, pero al inversor le pareció excesiva.
El valor de planificación
El valor surge al aprobarse una estrategia, un programa o un proyecto. Se estima por la diferencia entre los fondos que se prevé que generará la iniciativa y los que absorberá, referidos ambos a sus equivalentes financieros en un momento dado. El valor creado por la planificación se limita al de las iniciativas identificadas.
El valor de ejecución
En esta fase se llevan a cabo los proyectos planificados y el valor se concreta por su gestión, según se sea capaz de mejorar lo planificado. El mecanismo es la calidad de la gestión en sus componentes de organizar, gestionar y controlar la ejecución. Este valor de ejecución se mide por el exceso del resultado sobre el previsto.
Una analogía agrícola
El potencial de crear valor equivale a disponer de los recursos para sembrar: la tierra, la maquinaria, la financiación, el conocimiento … El valor de planificación es el previsto antes de la siembra y se halla por la diferencia entre los cobros y los pagos estimados. Por último, el valor de ejecución es real y consecuencia de la gestión realizada en comparación con el plan; se conoce al cosechar y es la diferencia entre lo recogido y lo esperado.
El cuarto elemento
A las tres fases anteriores se añade otro elemento: el mercado, que crea y destruye valor, pues cuando el entorno va bien todas las empresas suelen crearlo y viceversa. Con la crisis sucede lo contrario, se destruye. La coyuntura favorable es un viento de cola que empuja a casi todas las empresas y explica buena parte del valor creado. Esta creación de valor afecta a las tres anteriores. Por ejemplo, el valor de ejecución puede aumentar por un escenario real del entorno más favorable que el previsto. También puede truncarse por dificultades imprevistas. En la analogía agrícola este cuarto mecanismo se relaciona, por ejemplo, con el clima o los precios de mercado del producto y los consumos.
El reparto del valor creado
En principio, el valor creado corresponde a los propietarios de la empresa si al resto de los partícipes se les retribuye en condiciones competitivas de mercado. El sobrante después de retribuir a los otros partícipes corresponde a los accionistas que son quienes aceptan el riesgo de que incluso se destruya valor y se arruine su patrimonio.
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Cuando se trasvasa el valor creado
A veces se crea valor para los accionistas a costa de no retribuir adecuadamente a otros partícipes. Este valor no es duradero, pues cuando cambie la correlación de fuerzas la empresa sufrirá la represalia del colectivo perjudicado. El cliente escogerá otra opción, el proveedor, otro cliente y el empleado, otro trabajo.
El reparto del valor creado entre los partícipes de la empresa lo realizan los accionistas de control y sus gestores. Ambos pueden apropiarse de una porción de la parte ajena si se carece de los instrumentos de control del gobierno corporativo para impedirlo. Cuando falla ese control, el administrador puede enriquecerse mientras, incluso, la empresa queda en la ruina. La función de control debe estar atenta.
Dr. Juan Pérez-Carballo
Socio de Converthia, expertos en finanzas y control de gestión