Internacionalizar una empresa supone un gran esfuerzo económico y mucha dedicación de tiempo. Sin embargo, aquellos que han decidido apostar por los negocios internacionales han encontrado en Internet un instrumento que les ha facilitado mucho las cosas.
Un empresario que quiere exportar sus productos al exterior lo hace, probablemente, porque busca nuevos mercados, nuevos recursos, más eficiencia y actividades estratégicas. Hoy en día, dar ese salto a los negocios internacionales es más sencillo que hace unas décadas y en ello Internet ha tenido mucho que ver.
La Red ofrece la posibilidad de abrir varias vías para comenzar a exportar y aumentar ingresos y clientes de manera sencilla. Una de las más comunes es la de crear una tienda online, lo que supone para la empresa una carta de presentación de sus productos a todo el mundo y permite un acercamiento ante posibles colaboradores, inversores, proveedores o clientes potenciales.
Otra de las fórmulas más utilizadas es a través de los marketplaces. Estas plataformas permiten un contacto entre clientes y empresas para la contratación de servicios profesionales o la compra-venta de productos. Las empresas tienen así un punto de referencia de los productos que quieren comercializarse, dando respuesta a multitud de necesidades de los consumidores y del público en general.
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Además, Internet permite la elaboración de planes de marketing centrados en la internacionalización empresarial, analizar cuáles son las necesidades del mercado, brindar asesoramiento a empresas, o conocer mejor los distintos productos o incluso la actividad profesional que realice el empresario sin necesidad de desplazarse continuamente al nuevo mercado.
A las facilidades que sin duda ofrece Internet a los empresarios, se suma la reducción de multitud de barreras técnicas que impedían que muchos de ellos comenzasen a comercializar sus productos en mercados extranjeros. Por este motivo, aquellos que hace unos años no se hubiesen planteado la idea de exportar ahora sí que lo hacen.
En primer lugar, los costes de transacción para las entidades, aquellos que reflejan la liberalización de las fronteras de los mercados, se han reducido. Esto ha llevado a muchas marcas a poder afrontar nuevas inversiones en la búsqueda, por ejemplo, de mercados extranjeros.
Por otro lado, y a pesar de que hay obstáculos que siguen existiendo como la falta de contactos en el nuevo país o el desconocimiento del idioma, los aranceles se han reducido y se han firmado muchos tratados de libre comercio. El ejemplo más claro es el de Europa gracias al mercado común y al euro, donde las barreras técnicas casi han desaparecido.