Los mejores representantes de Next Educación son sus alumnos. Conocer cómo ha sido su paso por la escuela y ser conscientes del impulso profesional que supuso Next, es una de nuestras prioridades. Así como informar de los éxitos que tienen sus proyectos. Hoy entrevistamos a Víctor Rico Reche, alumni del Máster Universitario en Comunicación Política Avanzada de Next Educación. Su profesionalidad y compromiso con el Trabajo de Fin de Máster le ha llevado a que este sea publicado en la sección Agenda Pública de El País.
¿Qué es la Agenda Pública de El País?
El País ha firmado un acuerdo de colaboración con Agenda Pública, cuyo objetivo es compartir contenido y un análisis político y económico global, en español e inglés, elaborado por investigadores y analistas de las ciencias sociales en las universidades y centros de investigación.
Es, además, un proyecto transmedia que busca producir contenidos en diferentes formatos para adaptarse a las formas de consumir contenidos de análisis político y económico, produciendo vídeos, podcasts y audio-análisis.
Entrevista al alumni Víctor Rico Reche sobre la trascendencia de su TFM
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¿Por qué es importante el tema que has escogido para el TFM?
Creo que el tema del TFM es importante porque conecta con dos áreas que estoy convencido que ganarán importancia en los próximos años: el crecimiento de ciertas narrativas desestabilizadoras y la evolución de las relaciones de la UE con China.
Respecto al primer tema, estamos viviendo un cambio de época fruto de grandes transformaciones que pueden derivar en inestabilidad e inseguridad para mucha gente. Este contexto es un terreno fértil para que proliferen mensajes que se aprovechen de esta situación, pues ante problemas complejos se vuelve tentador refugiarse en discursos que conectan con estas inseguridades y que ofrecen soluciones fáciles, pero erróneas. Internet y las redes sociales, están ayudando además a amplificar voces polarizadas que juegan con estas emociones y muchas veces esconden detrás estas mismas narrativas dañinas.
El papel de la Unión Europea
La UE juega un papel muy importante ahí, porque es un proyecto político único, alejado en cierta medida de otras dinámicas políticas menos edificantes y en una posición privilegiada para poder abordar problemas que son de índole transfronteriza. Por todo esto, me parece importante la historia que Europa cuente. No sólo cómo aborde las consecuencias del problema, sino también la narrativa que pueda desarrollar para establecer un marco comunicativo más constructivo, que sepa conectar con el ciudadano. Porque para concebir una realidad política: primero, hay que ser capaz de imaginarla, y después, hay que saber contarla.
Los seres humanos somos seres históricos en la medida en que son las historias que nos contamos las que tejen los grupos sociales, organizaciones e instituciones que nos mantienen unidos y nos permiten avanzar. Es aquí donde conectan el primer tema con el segundo. La UE y China son dos casos particulares en este sentido, pues se aproximan ambas a lo que Xi Jinping llama «Estado-civilización», una entidad política que abarca un amplio territorio con una larga tradición histórica y cultural, fuente y origen de una forma particular de ver el mundo. De alguna forma, organismos sociales construidos sobre ideas, conceptos e historias propias.
Desde este punto de vista, el ascenso de China en el mundo y la continua construcción del proyecto europeo suponen una confrontación de visiones y un enfrentamiento de narrativas, a veces complementarias, a veces antagónicas. Por todo esto, entender mejor cómo la UE habla de China y cómo China habla de la UE me parece que es un primer paso importante para sentar las bases de un futuro diálogo.
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¿Qué es lo más interesante que ha descubierto a través de su TFM?
En general, toda la investigación teórica necesaria para dar contexto al trabajo ha sido para mí un aprendizaje muy interesante. Me ha servido para conectar ideas o conocimientos previos y profundizar en muchos aspectos que conocía de manera más superficial. Pero, si tengo que quedarme con algo, me quedo con haber descubierto la forma tan diferente en que la UE y China han reaccionado ante los mismos eventos desde un punto de vista comunicativo. Los resultados de este análisis me hicieron recordar un libro muy revelador que había leído recientemente sobre diferencias culturales, el cual me permitió interpretar estos resultados desde otro punto de vista.
La dimensión cultural de la comunicación es uno de los aspectos que más me fascinan. Entre otras cosas, porque viviendo en diferentes culturas me he dado cuenta de lo profundamente marcado que está nuestro pensamiento y nuestro comportamiento por la cultura y tradiciones de pensamiento en las que hemos crecido.
Así que si hay una idea con la que me quedo, es la reflexión con la que concluyo el TFM: La diferente forma en la que la UE y China hablan la una de la otra no es una prueba de que la enemistad entre ellas sea inevitable, sino más bien un reflejo de cómo tradiciones culturales distintas abordan las discrepancias. Aunque admito que es una interpretación personal, creo que es una perspectiva útil pues, por una parte, deja la puerta abierta a una relación constructiva entre la UE y China y, por otra, invita a incorporar la dimensión cultural en el análisis y diseño de la comunicación en relaciones internacionales.
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¿Cómo ves el panorama europeo desde el punto de vista de la comunicación política?
Creo que la UE se toma cada vez más en serio el papel que juega la comunicación, y con razón. Hay una frase que dice el Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, que me parece muy acertada: «la batalla de las narrativas no es una batalla menor, se trata de dilucidar quién va a ganar los espíritus y las almas de la gente». Me parece un mensaje clarividente y muy ilustrativo del mundo en el que vivimos, pero también la demostración de que Europa se toma en serio el impacto que puede tener, y va a tener cada vez más, la comunicación.
El desafío de la desinformación
Sin embargo, la dificultad no reside simplemente en confrontar relatos o visiones opuestas, sino que muchas veces éstas se sirven de otra creciente amenaza: la desinformación. Lo que se acuñó hace un tiempo como la «sociedad de la información» corre el riesgo de transformarse mañana en la «sociedad de la posverdad». Internet y las redes sociales han revolucionado la forma en que consumimos información, pero también han abierto la puerta a una competición cada vez más sofisticada por la atención de los ciudadanos, en la que la desinformación muchas veces está al servicio de este objetivo.
Como dice la directora de la UNESCO, «si ya no podemos distinguir la ficción de la realidad, la falsedad de la verdad, los cimientos de nuestras sociedades se desmoronan: la democracia, el diálogo y el debate, esenciales para abordar los grandes retos contemporáneos, se vuelven imposibles». Éste es el riesgo que corre nuestra sociedad. La UE lo ha entendido y está ya tratando de establecer unas reglas de juego también en este área.
Pero en términos de comunicación hay retos que van más allá de la confrontación de narrativas o de la desinformación. La UE tiene todavía margen para mejorar cómo comunica. Pese a que para mi generación pueda parecer que la UE es algo ya incluso antiguo, en la práctica sigue siendo aún un proyecto en construcción y, como tal, también en comunicación, un proyecto inacabado. Por ello, aunque en algunos aspectos pueda dar la impresión que está casi todo por hacer, las bases están ahí y, lo que es más importante, creo que la UE es consciente de la importancia del papel que la comunicación va a jugar en los próximos años.
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¿Por qué decidiste especializarte en comunicación política?
Ha sido un largo camino de vivencias e introspección que se inicia en 2006 cuando empiezo la carrera de Publicidad y Relaciones Públicas. Había algo en esos estudios que me interesaba: era la comunicación y sus dimensiones creativa, psicológica, sociológica y política, aunque entonces no lo supiera. Sin embargo, muy pronto me di cuenta de que la publicidad no era lo mío y empiezo a pensar en cómo re-enfocarme profesionalmente. A punto de terminar la carrera me voy a China a aprender mandarín, experiencia que me impacta profundamente y me lleva a estudiar un máster en Relaciones Internacionales a la vuelta.
Sus inicios en la Unión Europea
Me iba acercando hacia lo que quería, pero todavía quedaría un largo camino hasta llegar aquí. Me vuelvo a ir a Asia, esta vez a Corea del Sur, donde le doy una oportunidad al sector privado. Pero, de nuevo, me doy cuenta de que tengo una necesidad incontenible de dedicar mi tiempo y esfuerzo a un proyecto con verdadera trascendencia y que tuviera un impacto positivo en la sociedad. Vuelvo a España y decido opositar para trabajar en la Unión Europea, con la fortuna de que supero las pruebas en el primer intento y me voy a trabajar a Bruselas.
Tras cuatro años allí y una experiencia fascinante, me tomo una excedencia temporal por razones personales y me marcho a Colombia. Pausa que aprovecho para reflexionar sobre los próximos pasos que me gustaría emprender dentro de las Instituciones Europeas, y prepararme para ello. Echando la vista atrás, veo que la comunicación política pone en común mis experiencias previas, mis intereses y mis preocupaciones respecto a los retos que enfrenta Europa. Es por esa razón por la que finalmente me decido a especializarme en comunicación política, con el objetivo de sentar las bases para mis proyectos futuros dentro de la UE.
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¿Hay algo que te haya podido servir del Máster a la hora de elaborar el TFM?
El Máster me ha permitido poner de nuevo mi foco y mi energía en reflexionar sobre diversos aspectos relacionados con la comunicación política. Cuando trabajas a tiempo completo es difícil encontrar el espacio mental y la distancia adecuada necesaria para pensar sobre temas complejos y poder ser creativo intelectualmente. Esto es algo que el Máster me ha permitido y que el TFM me ha obligado a hacer.
Por otra parte, estudiar un máster así supone estar expuesto durante muchos meses a ideas nuevas y formas diferentes de ver la realidad, que al final es la materia prima que le permite a uno seguir creciendo y desarrollándose. En definitiva, el Máster ha supuesto un estímulo para elaborar el TFM y para seguir cultivando el interés intelectual por muchos temas que las obligaciones del día a día me habían llevado a dejar en un segundo plano.
«La información y las opiniones expuestas en esta entrevista son las del autor y no reflejan necesariamente la opinión oficial de la Comisión Europea»