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Valor empresarial: el efecto de la desmaterialización

Valor Empresarial: el efecto de la desmaterialización

Un método simple de calcular el valor empresarial, aunque impreciso, parte del balance contable. Pero el valor del patrimonio neto estimado por la diferencia entre el activo y el pasivo es poco fiable. Los precios de mercado de Microsoft o Amazon superan unas diez veces sus respectivos valores contables. Es una brecha excesiva para fiarse del valor derivado del balance. La razón es que la contabilidad no pretende tasar ese valor por varias razones.

Primero, porque valora la empresa sumando el valor de sus activos por separado, cuando deben valer más integrados que sueltos. Incluso olvida el valor de los activos no registrados, como buena parte de los intangibles: la marca, la cartera de clientes o la cualificación de su personal. Además, aplica criterios prudentes para proteger al acreedor y al inversor. Es curioso que el plan general de contabilidad emplee las palabras riesgo e incertidumbre juntas cinco veces más que las de rentabilidad y rendimiento.

Tampoco recoge las expectativas de la empresa, que explican buena parte de su valor. La contabilidad mide lo que se ha invertido y ganado, no el dinero que se generará. A diferencia del mercado, el contable no registra el beneficio hasta que se produce. Pfizer subió un 50% en nueve meses de 2020 sin haber empezado casi a vender la vacuna Covid-19.

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Por último, ignora el riesgo de la empresa que afecta al valor empresarial porque un importe vale diferente según la probabilidad de obtenerlo. Durante mucho tiempo se usaron los métodos de valoración contable por el dominio secular de la mentalidad contable-auditora. Esta influencia se justifica por la relevancia de esa información, muy útil para rendir cuentas, aunque poco para valorar la empresa. Pero hoy se arguye que el balance no representa bien la realidad de la empresa porque omite los intangibles. Olvida la tendencia hacia la economía desmaterializada y el triunfo del activo intangible sobre el material. Las ventas de Airbnb superan varios miles de veces su inmovilizado material. Las de Repsol, menos de tres veces.

El valor empresarial depende de sus expectativas y éstas cada vez más de su capital intangible. Sin embargo, la contabilidad lo ignora salvo que se haya pagado por adquirirlo. Las competencias del personal, por ejemplo, solo las registra como un gasto por los salarios y un pasivo por lo que se deba.

Ahora hay consenso. Se vuelve al viejo principio de que el valor empresarial se explica por el dinero que se estima que proporcionará a su dueño. El valor así estimado debe incluir todo, aunque no sea fácil de calcular.

Para hacerlo, ayuda la colaboración de un financiero con mentalidad estratégica o un estratega con criterio y herramientas financieras.

Dr. Juan Pérez-Carballo
Director del Máster en Dirección Financiera de Next Educación

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