MANUEL RAMOS. «Escuchando hace unos días a Manuel Campo Vidal, en una videoconferencia pronunciada para la Casa de Aragón en Madrid sobre su reciente libro “La España despoblada”, me preguntaba a mí misma una vez más si realmente las fórmulas con las que se pretende revitalizar la vida rural son las acertadas o si no se tratará de un mero traslado de la cotidianeidad y el modo de vida urbanos a entornos campestres. Porque el problema parece ser la conectividad, más que la cohesión de la comunidad; las soluciones que se proponen van en la línea de la construcción de carreteras, vías ferroviarias de alta velocidad y conexión de banda ancha: de ese modo los trabajadores podrían teletrabajar desde sus pueblos, o desplazarse a la ciudad para realizar su trabajo y volver a pernoctar en sus casas». La profesora de Lengua y Literatura, filóloga y poeta, Susana Díez de la Cortina Montemayor, reseña en la revista «Ronda Somontano» la conferencia del responsable de la Cátedra de Reto Demográfico y Despoblación de Next Educación, Dr. Manuel Campo Vidal.
La autora hace una comparación de lo escuchado con “La desaparición de los rituales”, el libro del filósofo surcoreano afincado en Alemania, Byung-Chul Han, quien habla de los ritos como elementos de cohesión de una comunidad, símbolos en cuyo reconocimiento se capta “la permanencia en lo fugitivo”: «Los rituales han presidido durante siglos la convivencia y el sentimiento de identidad en los medios rurales, a través de las celebraciones y festejos populares, por eso la despoblación tiene un efecto colateral devastador, más allá de la desaparición física o material de los pueblos: “Lo simbólico como un medio en el que se genera y por el que se transmite la comunidad está hoy, con toda claridad, desapareciendo”, advierte Han.
Y sobre la conferencia del Dr. Campo Vidal añade que los teletrabajadores rurales serían «mudos sumidos en ese silencio ruidoso que también identifica Han como uno de los problemas de nuestro tiempo. Hoy no hay lenguaje, hay mudez y desamparo. El lenguaje está siendo silenciado. Por un lado, está este inmenso ruido, el ruido de la comunicación, por el otro está este enorme silencio, un silencio que es diferente del silencio”, dice Han. “Solo hay una comunicación ruidosa y sin palabras, lo cual es un problema. Hoy ni siquiera hay conocimiento, solo información. Saber es completamente diferente a la información. El conocimiento y la verdad suenan anticuados ahora. El conocimiento también tiene una estructura temporal diferente, abarca el pasado y el futuro. Y la temporalidad de la información es el presente, ahora. El conocimiento también proviene de la experiencia. Un maestro tiene conocimiento”.
Por eso concluye: «Esa verdad y conocimiento “anticuados” están en nuestros pueblos porque en ellos está nuestro pasado, la experiencia, la solemnidad de los rituales. Los ritos solemnes de los pueblos, con su valor simbólico comunitario, han sido durante siglos la manera popular de luchar contra lo efímero, y parece estar hoy, como todo el conjunto del patrimonio inmaterial, destinado a perderse, si es que no lo ha hecho ya, y a dejar paso solamente a la pomposidad de los actos oficiales con los que los mandatarios de turno inauguran a bombo y platillo repetidores de telefonía móvil y centros comerciales, para acercar la civilización a todas partes y animarnos así a volver a nuestros pueblos. Pero al igual que no es lo mismo el ruido que el lenguaje, tampoco son lo mismo lo pomposo y lo solemne». Lea el artículo completo.