ESTEBAN ECHAVARRÍA. *Profesor de Next Educación en el Máster en Economía Verde y ganador del premio al mejor artículo de investigación de la revista Ganar Ganar). En muchas familias hemos visto como los jóvenes, los niños y las mujeres están llevando la peor parte en este confinamiento al que nos ha forzado la pandemia. Si bien no podemos culpar a nadie en particular por el surgimiento de este nuevo virus, que se convirtió en pandemia en menos de 3 meses a partir de su aparición, sí tenemos que reconocer que el mundo no se había preparado lo suficientemente para hacer frente a este desafío ni en el ámbito escolar ni en el terreno laboral, ni el ambiente familiar. El impacto ha sido en todas las áreas, empezando por la pérdida de millones de vidas, de decenas de millones de empleos y de incontables pequeños negocios familiares. También afectó a millones de niños por causa de la suspensión de muchos meses de educación en las escuelas y colegios en todo el mundo. Finalmente nos afectó en la salud mental de millones de personas que han vivido duros momentos de angustia, estrés y ansiedad por el COVID-19.
Pero no hay mal que por bien no venga. De todo este año, tan difícil para el mundo, vamos a sacar aprendizajes y lecciones que nos ayudarán a sanar nuestras heridas para hacernos más fuertes y solidarios ante futuros desafíos. En este artículo, quiero dedicarme sobre todo a la juventud y al impacto que está dejando en sus vidas el ambiente laboral, agravado aún más por el forzoso distanciamiento impuesto por el coronavirus. Es un buen momento para reflexionar sobre los vacíos que las empresas actuales están dejando en las expectativas y necesidades de los jóvenes y para darnos cuenta del alejamiento humano en el ambiente laboral que está causando el desarrollo tecnológico y que la pandemia no ha hecho más que acelerar. Muchos expertos han advertido que el crecimiento exponencial de la tecnología sumado al desarrollo de las comunicaciones, el uso cada vez más frecuente de la robótica en el trabajo y los continuos avances de la ciencia, van a cambiar de una manera muy rápida, pero todavía desconocida, las formas de trabajo en un futuro cercano desencadenando necesarias transformaciones en los sistemas educativos, las empresas y la relaciones laborales.
EL ESCENARIO ESTÁ SERVIDO
Los jóvenes, ni bien terminan sus primeros estudios, se ven forzados a continuar con una segunda carrera, ya sea por la falta de oportunidades laborales o por las necesidad de seguir aprendiendo para no quedarse rezagados en esta cada vez más competitiva carrera laboral.
También se nos viene advirtiendo, desde la comunidad científica, con creciente apremio, que tenemos que cambiar el actual modelo de desarrollo humano, basado en un sistema de producción industrial expansivo y un patrón de crecimiento del producto interno bruto. Los estudiosos nos advierten que es urgente controlar el consumo, pues es insostenible en un mundo que con una población con crecimiento exponencial, demanda cada vez más productos, lo que tiene a la vida en el planeta al borde del colapso. Algunos síntomas de esta enfermedad planetaria se manifiestan por la muerte y desertificación de los suelos, la contaminación de las aguas y los mares, lo que está causando una extinción masiva de la biodiversidad. Todo estas causas que no vemos tan fácilmente en nuestras ciudades están manifestándose en un síntoma cada vez más visible: el calentamiento global.
Con el desarrollo, la brecha social lejos de disminuir sigue aumentando. Hoy más de la mitad de toda la riqueza está en manos del 1% de las personas; y la distancia parece aumentar cada vez más rápidamente con el desarrollo de la tecnología. Lejos de encontrar una solución, las organizaciones internacionales, los gobiernos y las grandes corporaciones no logran desarrollar un espacio común para cooperar en lugar de competir.
Éste es el sombrío panorama al que se enfrenta nuestra juventud llena de vida, de energía e inteligencia. Por eso, no es de extrañar que muchos jóvenes no ambicionan trabajar en una empresa, no quieren casarse ni desean tener hijos; no les motiva participar del mundo que les estamos entregando. Por el contrario, muchos están buscando crear nuevos caminos intentando sus propios emprendimientos y procurando alejarse de nuestro sistema lineal para llegar al éxito. La juventud quiere cambiar el mundo probando un sistema circular donde el paradigma del crecimiento se reemplace por el equilibrio y el balance. Por eso, lejos de sentirse inspirados por nuestro modelo de desarrollo basado en el producto interno bruto y nuestras empresas actuales que compiten por están en la lista de las más grandes y rentables, ellos están buscando nuevas maneras de darle a sus vidas un significado y un sentido más profundo.
En mi opinión, pocos jóvenes de hoy sueñan con ser millonarios, tener una gran mansión, un vehículo último modelo o viajar en primera clase. No les apasiona ser ricos y famosos. A ellos les basta y sobra con evitar el abismo ambiental y social hacia el que nos dirigimos. Para ellos, la felicidad con la que sueñan viene desde adentro. Están queriendo enfocarse más en las experiencias que en los símbolos; están buscando la paz interior, descubrir el sentido de sus propias vidas, encontrar su verdadero propósito. No ambicionan, como lo hicieron sus padres y abuelos, con abrirse paso y salirse del montón; ellos no creen en la fórmula del “Hacer” para “Tener” y así poder llegar a “Ser”. Los jóvenes, más que ambicionar tener éxito, anhelan un mundo de paz, de igualdad y de bienestar. Ellos buscan “Ser” para “Pertenecer” en lugar de “Hacer” para “Tener”.
UN CAMBIO DE MODELO
Una perspectiva común, compartida cada vez más entre los pensadores y estudiosos del futuro, es que necesitamos un enfoque más sistémico para abordar la interconexión entre los problemas y oportunidades a los que nos enfrentamos. Otra creencia compartida es que, para responder adecuadamente a los cambios que nos rodean, las organizaciones y los gobiernos no sólo deben prestar atención a las posibles respuestas a los síntomas de estas crisis en el corto plazo, sino que también deben abordar las causas estructurales subyacentes que impulsan estos síntomas.
Para lograr el cambio de paradigma en el ámbito empresarial, debemos enfrentar un desafío verdaderamente retador, que requiere un enorme salto de creatividad e innovación. Sería, en las palabras del escritor Daniel Christian Wahl, como “transformar un avión en pleno vuelo”. Nos enfrentamos al reto de ir desmantelando un sistema, basado en el paradigma del crecimiento y el consumo, para irlo reemplazando, sin desatender las necesidades esenciales de la humanidad, por otro sistema más complejo, de balance y equilibrio para todos. En este nuevo modelo, el logro de la abundancia y el bienestar para todos pasa primero por una transformación personal de los individuos, por un salto cuántico en el nivel de la consciencia personal, para luego poder desarrollar los nuevos sistemas productivos y laborales.
Un abordaje para esta transformación la aportan pensadores como Sharpe, Curry y Hogdson, quienes desarrollaron el marco de los tres horizontes, en el que el primer horizonte, que representa la situación actual, debe reemplazarse por el tercer horizonte, que representa la realidad futura deseada. Para ello, es importante desarrollar un segundo horizonte, de transformación, basado en la innovación y la creatividad.
¿Cómo se enfrentarán, entonces, los jóvenes al entorno laboral de las empresas actuales creadas en el siglo XX fundadas bajo otros paradigmas tan distintos? ¿Cómo transformarlas, para adaptarse a un nuevo paradigma, sin dejar de producir y de generar empleo y bienestar? ¿Qué cosas positivas podemos rescatar del ambiente laboral que vivíamos los que hoy estamos terminando nuestro ciclo laboral, para ayudar a los jóvenes en esta nueva transformación de las empresas, tan necesaria como difícil?
LOS SIETE PASOS PARA LA TRANSFORMACIÓN
En el ámbito de la cultura laboral revisaremos algunos de los desafíos que habrá que ir enfrentando en nuestras empresas, a la vez que se mantienen las prácticas positivas, mientras vamos reemplazando el sistema de los viejos paradigmas.
Algunas trasformaciones que tendrán que abordar las empresas actuales son las siguientes:
- Renovación del propósito: Los jóvenes con frecuencia no están encontrando en las empresas de hoy un propósito inspirador que les dé significado y ganas de trabajar. Menos ingenuos que sus padres y abuelos, la juventud actual se da cuenta rápidamente de que las empresas del primer horizonte están enfocadas en sus propias metas de rentabilidad y de retorno sobre la inversión a los accionistas. Por eso no se comprometen de corazón con ellas. Han visto como sus padres dedicaban la vida entera a esas organizaciones, para ser luego despedidos cuando ya eran muy costosos o más lentos o muy mayores. Así que no se hacen ninguna ilusión. Las empresas del futuro necesitan ampliar su perspectiva de propósito. Deben trascender la simple generación de rentabilidad y de retorno sobre la inversión, por un propósito enfocado en transformar el mundo, buscando de manera sostenible innovar para satisfacer una necesidad humana, sin crear un desequilibrio en la naturaleza de la que formamos parte. Por eso, las empresas del futuro necesitan replantear su razón de ser, considerando no solamente a los accionistas, sino también a sus colaboradores, sus comunidades, sus proveedores, sus clientes y todas sus partes interesadas. Es necesario que establezcan un propósito que llene de significado el trabajo de todos los colaboradores, acercándolos a su propia misión personal. En el segundo horizonte, el de la transformación, empiezan a abrirse paso muchas tendencias, como el Capitalismo Consciente, Las empresas B, las empresas sociales, el desarrollo regenerativo, etc. que están cambiando el paradigma de competir por el de cooperar y que están atrayendo a líderes conscientes. Las empresas consecuentes se están relacionando de una manera más respetuosa con el medio ambiente y con la sociedad. Están creando productos y procesos sostenibles en todo su ciclo de vida. Poco a poco, su influencia está transformando las relaciones entre los proveedores, los productores, los clientes y los consumidores. Estas organizaciones están empezando a tener suficiente influencia en los gobiernos y en los sectores productivos para ir transformando las regulaciones y las relaciones entre los distintos mercados y los gobiernos.
- Transformación del liderazgo: Los jóvenes pocas veces se encuentran en su trabajo con un jefe que sea un verdadero líder inspirador, un “maestro de vida”. Muchos en mi generación muchos tuvimos la suerte de contar con un guía que admiramos y del que aprendimos tanto como de nuestros padres. Con frecuencia era el dueño de la empresa, el fundador, que con su experiencia de vida, pero principalmente con su verdadero ejemplo personal, nos inspiraba a seguir adelante y pensar en grande. Otras veces, era un gran dirigente que se tomaba el tiempo de aprenderse los nombres y las historias de las personas con las que trabajaba. Un líder que sabía dedicar tiempo para pasear entre las maquinarias, saludando a sus colaboradores, o entre las oficinas, conversando con los jóvenes empleados. Hoy muchos jóvenes necesitan tener ese tutor cercano, que se tome el tiempo de escuchar sus ideas, sus dudas, sus preguntas. Ese líder acompañante que les permita equivocarse para que aprendan de sus propios errores. Pero por desgracia las empresas de hoy se han estructurado en “silos” funcionales y tienen demasiado especializado a todo el mundo, como para que alguien se tome el tiempo de conversar con sus pupilos, de escucharlos y entenderlos. Las organizaciones de hoy están eliminando a los capacitadores, mentores y tutores y los están reemplazando por plataformas asincrónicas, donde a través de videos y archivos descargables se les hace entrega de toda la información que deben asimilar y aprender. Es necesario complementar estos adelantos tecnológicos complementándolos con un liderazgo cercano, más humano y emocional en el trabajo. Las compañías de alta productividad y especialización necesitan construir un ecosistema más empático a través del desarrollo de líderes preocupados verdaderamente más por las personas que por su productividad. Las empresas necesitan hoy más que nunca formar líderes que desarrollen su inteligencia emocional y la de sus equipos, anteponiendo lo humano a lo lucrativo. En mi experiencia profesional de muchos años como gerente general, lo primero llevó ciertamente a lo segundo.
- Promoción del sentido de pertenencia: Los jóvenes están perdiendo en el trabajo la oportunidad de encontrar una segunda familia. En mi generación, teníamos en nuestros compañeros de trabajo unas verdaderas amistades, que se forjaban compartiendo las experiencias del día a día, en los buenos y los malos momentos. Porque mientras trabajábamos juntos, nos conocíamos, aprendíamos a confiar los unos en los otros, a enriquecernos en la diversidad y a estar juntos. Muchas empresas de hoy no están facilitando estos espacios, porque están demasiado centradas en la eficiencia y no pueden para darse el lujo de dejar que las personas dediquen un poco de tiempo libre para que convivan.
En estos momentos de pandemia, nos hemos visto forzados a encerrarnos en nuestras casas, a separarnos, a no acercarnos, ni tocarnos, ni abrazarnos. Estamos experimentando un aislamiento forzoso que está siendo traumático para muchos, porque los vínculos humanos, de confianza y cariño, que se habían creado por la proximidad de compartir el día a día, se han ido reemplazando por encuentros virtuales. En muchos casos, en estas reuniones de trabajo nos convertimos en un mosaico de cuadros negros, cada uno con nombre y apellido, pero sin un rostro expresivo, que intercambian información durante una o dos horas de manera fría e impersonal. Con el paso del tiempo, corremos el riesgo de que los lazos emocionales creados durante nuestra convivencia diaria se vayan desvaneciendo para irse convirtiendo en simples relaciones laborales, mentales y transaccionales.
Es muy importante que encontremos un camino intermedio entre la convivencia diaria física y el trabajo remoto. Las empresas de hoy necesitan innovar, generando momentos de experiencias emocionales profundas que permitan a los colaboradores crear y fortalecer los vínculos de confianza y de espíritu de equipo para sentir que realmente pertenecen a una misma familia.
- Desarrollo de un ecosistema de redes: El mundo en que estamos empezando a vivir es exponencial. La velocidad nos ha llevado a cambios cada vez más rápidos, que nos dificultan más y más la capacidad de planear y programar estrategias en el mediano y largo plazo. Por todas partes empiezan a surgir emprendimientos que aparecen y desaparecen a velocidades vertiginosas. Por ello, los gobiernos y las empresas necesitan flexibilizar sus rígidas estructuras, sus procesos y procedimientos, para poder adaptarse a la rapidez de este mundo cambiante. Para ello, es necesario crear un ecosistema en el interior de las empresas que permita la aparición de redes transversales que se comuniquen con más libertad, que tengan el espacio para desarrollar la creatividad y que desarrollen un amplio margen de tolerancia al error, porque el cambio hacia el futuro estará marcado por una sucesión de aprendizajes basados en la experimentación y el descubrimiento a través de tanteo y error.
- Ejercicio de la ética: Solo algunas pocas empresas tienen la transparencia, la credibilidad y la coherencia, para establecer, desde el primer día de la relación laboral con los jóvenes, unas expectativas claras y unos vínculos de confianza que los inspiren a desarrollar su máximo potencial. La manera en que los líderes se comportan y viven los principios y valores de la empresa determina la fortaleza de los vínculos con los colaboradores. También son estos comportamientos los que afirman los lazos de confianza con los proveedores, clientes y las demás partes interesadas en su comunidad. Por ello, es vital que las empresas del futuro se comporten éticamente, desarrollen esquemas de comunicación interna y externa de manera clara y oportuna. Estas organizaciones deben rendir cuentas públicamente, a través de reportes integrados donde presenten sus estados actuales y sus objetivos futuros de una manera honesta y transparente. El ejercicio coherente de la ética en la empresa, haciendo lo que se dice y diciendo lo que se hace, será clave para desarrollar un orgulloso sentimiento de comunión y pertenencia en los jóvenes colaboradores.
- Educación para la creatividad: En un mundo que cambia a tanta velocidad, las empresas del futuro deberán contribuir al empoderamiento de las personas, para que puedan reinventarse de acuerdo con las necesidades que vaya planteando el futuro del trabajo. Por esta razón, las empresas del futuro deberán apoyar a los jóvenes a desarrollar su propia autoconfianza, permitiéndoles potenciar sus máximas fortalezas y expandir sus mejores talentos y poniéndolos al servicio de la empresa mediante la creatividad. Para ello, el aprendizaje vivencial a través de proyectos prácticos será una excelente herramienta, que combinada con programas de capacitación y un sistema de mentores internos, facilitará que los jóvenes sientan el genuino interés de la empresa por apoyarlos en su desarrollo personal y profesional. A su vez, serán estos jóvenes los protagonistas de la transformación de la empresa, de su renovación para hacer frente a un futuro todavía desconocido para todos. Un ambiente laboral donde se permita y promueva la creatividad, será el caldo de cultivo para las innovaciones que impulsarán el la transformación en la dirección que necesitamos.
- Orgullo y celebración: Finalmente, en un mundo tan complejo y lleno de desafíos, la empresa necesita comunicarles a los jóvenes la esperanza en un mundo mejor. El enfoque en lo positivo, la celebración y el reconocimiento de los logros, por grandes o pequeños que sean, es siempre una manera de reforzar el optimismo en los colaboradores. Todos, jóvenes o viejos, necesitamos sentirnos valorados y apreciados. Las celebraciones y el reforzamiento de los lazos de confianza y camaradería siempre aumentan el sentido de pertenencia y el orgullo por el propio trabajo.
Después del hogar y la educación formal, los jóvenes pasan la mayor parte de su vida terminando de desarrollarse en las empresas para las que trabajan. Su formación como persona, lejos de terminar, está recién empezando. En el ambiente de trabajo se terminan de consolidar la esperanzas o de agotar las expectativas de los jóvenes por un mundo mejor. Por eso es importante que las empresas transmitan a sus colaboradores a través de sus líderes, su convicción y su determinación por trabajar hacia un futuro más promisorio. Estamos sembrando en su presente el futuro de toda la humanidad. Sin lugar a dudas se merecen un mundo mejor!